jueves, 12 de enero de 2012

GITANA.

GITANA. Por: Cheo Breñas.

Ella leía su mano,
mientras él,…
se perdía en su belleza…
…en la profundidad de su mirada,
en su encanto…
su color de piel
y su gracia de gitana.

La había visto danzar al ritmo de su pandereta
y contonearse voluptuosa
ante su público,
con la virtuosidad de una diosa…
escapada del Olimpo.

Ensimismado en su mirar
soñaba…
mientras la gitana predecía en el vacío,
futuros llenos de optimismos…
presagios y consejos
que él no escuchaba.

Había sido flechado por la diva
y no le importaba lo que fuera a pasar con su vida
porque esta…
se estaba abriendo en ese instante…
al amor
y al deseo de tenerla.

Y era tan obvia la naturaleza de aquel encanto
que ella lo notó…
y le sonrió,
lo miró directamente a los ojos…
y trató de tocarlos,
porque su intenso azul incitaba
a nadar en ellos.

Ninguno de los dos podía creer lo que pasaba,
ella… una simple gitana, creyente…
y Él… un noble de sangre azul…
ateo.

Pero el amor pudo más que las costumbres
y el deseo se hizo presencia en sus corazones.

Cada etnia defendió sus argumentos
y trató de impedir aquel enlace
pero las manos se entrelazaron firmemente
y se impusieron ante todo aquel debate.

Tuvieron que alejarse de sus mundos
para poder amarse libremente
Él perdió su linaje…
su fortuna
ella no quiso nunca hablar del inframundo.

Porque el amor no necesita condiciones
ni valores establecidos por los hombres
el amor por ser amor siempre se impone
y nos une más allá de las costumbres.

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